viernes, 18 de abril de 2008

El Cenobio de Valerón

La economía de los antiguos canarios se sustentaba en el marisqueo, la pesca, la ganadería y la agricultura basada en el cultivo de cereales, como la cebada.

Para la conservación de los excedentes de estas actividades y de otras materias primas se construyeron graneros excavados en la roca. Generalmente se realizaban sobre toba volcánica, un material que permite trabajos de excavación y rebajo con piedras y maderas.

Estos depósitos están situados en lugares escarpados y de difícil acceso, sirviendo de protección natural ante posibles incursiones de rapiña o saqueo. Como tales depósitos, suelen estar ubicados en lugares secos, con exposiciones al naciente o solana.

Los accesos suelen reducirse a pasos estrechos, fáciles de controlar desde el punto de vista defensivo.

En Gran Canaria tenemos varios graneros que responden a esta tipología como es el Risco Pintado (Temisas), El Álamo (Acusa Seca) o en la cara sur del Roque Bentayga (Tejeda).

Un ejemplo de estos depósitos fortificados es el Cenobio de Valerón, situado en la Montaña del Gallego, en cuya cima existen estructuras de factura aborigen, como es el Tagoror del Gallego, siendo este espectacular conjunto el granero más representativo de la comarca norte de la Isla.

Aprovechando un amplio solapón que hace de cubierta natural, los antiguos canarios excavaron en el interior unas 300 cámaras o silos y algunos habitáculos, que servían de depósito, tal y como recogen los cronistas. “Encerraban estos fructos en las cuebas de riscos más altos para que se uiesse alli estar más bien guardados i mas durables” (Sedeño 1978: 373).

Cada uno de estos silos presenta huellas de tapas o cierres. Empleando argamasa, madera y piedra conseguían aislar los depósitos y protegerlos del exterior, para conseguir la conservación del grano.

El Cenobio de Valerón ha sido objeto de muchos estudios y de referencias en distintas publicaciones. Ya en 1880 el insigne historiador Agustín Millares Torres se hace eco de la singularidad e importancia del yacimiento como una estancia en la que habitaban las harimagüadas, jóvenes que permanecían confinadas en el denominado Cenobio hasta el momento de contraer matrimonio. Hoy en día nadie duda de que se trata de un granero.

Trabajos más recientes apuntan a que estos silos pertenecían a diversas familias, siendo, por tanto, un granero colectivo, pero donde cada grupo de parentesco tenía uno o varios silos. Para marcar la titularidad se utilizarían pintaderas de barro. Estas piezas de alfarería servían entonces como sellos, que asociaban la reserva con una familia o grupo de parentesco.

En 1974 se realizaron por primera vez obras de acondicionamiento para visitas en el entorno del yacimiento, lo que permitió el acceso al recinto. En la actualidad, por razones de conservación, los itinerarios están definidos, sin entrar dentro de los silos y cuevas.

En 1978 este yacimiento fue declarado Bien de interés Cultural (BIC) por la singularidad y entidad de este conjunto.

Fuente:culturacanaria.com

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